Después del convivio que realizaron los niños de cuarto grado, con el motivo de mi despedida, se dio la siguiente conversación.
Yo: Bien, pues, como ya saben, hoy es el último día que yo les daré clases. Les agradezco mucho, mucho, mucho todo lo que ustedes me enseñaron.
Abraham: ¿Qué, profe? ¿Usted aprendió de nosotros? No, profe, nosotros aprendimos de usted. Yo ni sabía todo lo que nos dijo de Madero...
Yo: Ay, Abraham, gracias por tu comentario, pero sí, yo vine a aprender de ustedes y con ustedes, ustedes me enseñaron mucho y me están formando como maestra.
Yahaira: Profe, no se vaya, la vamos a extrañar mucho.
Yo: Yo también, mi niña, a todos y a cada uno de ustedes me los llevo aquí (señalando al pecho). Los quiero mucho, niños, sigan portándose bien, como hasta la fecha, y ya no sean contestones.
Alumnos: -murmullo y risitas-
Yo: Les traje un pequeño detalle, sé que no es mucho, pero es lo que les puedo dar como muestra de mi gratitud; cada paleta tiene su nombre, los iré llamando para que pasen. (A cada uno le dí un fuerte abrazo y un beso en la mejilla, sin importar la piojera o el sudor causado por jugar futbol).
Liliana: Tenga, maestra, le escribí un poema.
Yo: (sonrojada) Muchas gracias, Lili, está muy bonito.
Yajaira: ¡Profe, se me olvidó su regalo!
Yo: No te preocupes, no importa.
Yo: En serio, no me cansaré de decirlo, muchas gracias por TODO; me gustó mucho estar con ustedes, me gustó mucho cómo trabajan, son muy buenos niños y muy buenos alumnos, me enorgullece decir que fui su maestra, aunque de prácticas, pero lo fui.
Abraham: Gracias a usted, profe.
Pero no se librarán de mí tan fácilmente, el lunes volveré por un asunto pendiente...
[Aunque me pongan cuernos]