Comparto este fabuloso texto que me encontré en una de las redes sociales, lo obtuve de aquí.
Desde que tengo uso de razón me recalcaron que tenía que esforzarme por conseguir lo que creo merecer, que no podía rendirme aunque la condiciones fueran adversas, me enseñaron a luchar por las cosas, me enseñaron a ser fuerte y me explicaron de mil formas, como debía sujetar lo que ilusoriamente creía que era mío. Sin embargo, no me enseñaron a ser sabia, no me dijeron que también es bueno soltar aquello que no conviene y que puede representar muchos dolores de cabeza, sufrimiento y pérdida de tiempo.
Aprendí con el pasar de los días y después de varios tropiezos, que la demostración más clara de que algo funciona, es que fluye de manera espontánea y que no tiene la necesidad de ser forzada para que prospere. Pero en aquel entonces, mis deseos y expectativas eran tan fuertes que no podía ver las cosas como son, sino como yo quería que fueran, por eso presionaba por aquí y por allá para que las situaciones que anhelaba se dieran.
En mi afán por buscar la felicidad me volví infeliz, porque sufría durante todo el camino sin disfrutar del paisaje y del proceso, pues solo pensaba de manera ansiosa en la tan anhelada meta, que al final resultaba siendo algo diferente a lo que yo pretendía.
Como dice un popular meme que circula en las redes sociales y que inspiró este post, “Si tienes que forzarlo no es tu talla” y esto aplica para todos los aspectos de la vida, desde los más superficiales como la medida de un vestido o un par de zapatos, hasta para el trabajo, las amistades y las relaciones de pareja.
Cuando esperaba que alguien me quisiera de la misma forma en que yo lo quería. Cuando me empeñaba en mantener un amor que hace rato había muerto. Cuando deseaba que todo sucediera de la manera milimétrica en que lo había calculado. Cuando pretendía cambiar a personas y circunstancias que estaban fuera de mi alcance. Cuando era más el dolor que la alegría pero me negaba a aceptarlo. Cuando no entendía que si la frescura se pierde, todo se marchita.
Porque no era consciente de que muchas cosas bonitas simplemente suceden sin haberlas planeado y se dan de tal manera que no es necesario el sudor, el sobresfuerzo y las lágrimas, entonces todo se convierte en un regalo porque no hay imposición, no hay expectativas y no hay miedo de perder algo que no se tiene, que es prestado pero que se disfruta mientras dure y por eso se recibe con toda la apertura posible.
Desde entonces no me gusta que me presionen y desde luego yo tampoco lo hago, el amor crece cuando tiene espacio para respirar, es algo parecido a sembrar una planta, pues la situación florecerá en el tiempo preciso y no cuando a mí me dé la gana.
Hace unos días, al fin vi la película "The Perks of being a wallflower", con la participación de Emma Watson, Logan Lerman y Ezra Miller. Es una película que te invita a concientizarte y hacer algo en contra de afamado bullying, pero no es la clásica cinta para adolescentes, pues lo que quiero comentar es un detalle más profundo, el detalle de la aceptación de uno mismo, del amor propio, del mal llamado egoísmo en un intento por quererse y apreciarse y protegerse contra todo mal y toda persona tóxica.
Se desarrolla bajo el tagline "We are infinite" (somos infinitos) y el que llamó mucho mi atención: "We accept the love we think we deserve" (Aceptamos el amor que creemos que merecemos).
¿El amor que creemos que merecemos va acompañado de golpes, mentiras, violaciones, humillaciones...? Si tú lo crees así, entonces sí, es el amor que mereces. Pero si no, ¿por qué debes aguantar tales maltratos solo porque ese amor que tú sientes hacia el vicimizador no te permite liberarte o ver las cosas con claridad?
Ningún precepto que te diga que todo eso está bien es válido o justo, ¡deshazte de ellos! ¡Quiérete, apréciate, cuídate!
A veces recuerdo la frase que dicta también "Sólo porque alguien no te ame como tú quieres, no significa que no te ame con todo su ser", de García Márquez, y es cierta, también es cierto que yo no tengo por qué aceptar ese amor que para mí pueda representar mas que migajas o insuficiente. Valoro mucho mi capacidad de amar, y valoro aun más mi capacidad de ser amada como yo quiero serlo, exijo serlo, al mismo o mayor nivel de vuelta. No puedo ni debo quedarme con quien me da menos de lo que espero. ¿Expectativas? Sí. ¿Egoísmo? Pues, no. ¿No?
En ese intento, el que menciona el texto de arriba, el de empeñarme en salvar algo que ya está muerto, siento que me perdí, cosa más triste y desesperante es que aun no logro encontrarme.