Después de pensármelo un rato, aquí va.
Me gustas tú.
Porque nunca dejes de ser, tan natural y gracioso como siempre,
siempre me demuestras que estás ahí,
porque te extraño y me extrañas,
porque me quieres y me respetas (ya sabes lo que digo del respeto),
porque me abrazas y me cuidas,
me cocinas y me llevas a pasear,
escrutas todos mis gestos, movimientos y frases, lo que me encanta,
eres un ser 99% ternura y 95% hostilidad con los demás,
me gustas porque me gusta que me digas cosas bonitas al oído,
que me recuerdas lo importante que soy para ti,
me gustas porque me gusta cuando recordamos el preludio de esta bonita relación.
Me gusta que seas tan tú, tan Gerardo: comprensivo, extrovertido, loco, mimado, cursi y tierno.
Me gustas porque me sacas sonrisas a cada segundo,
me gustas porque me gustan tanto tus ojos.
Me gustas porque a veces eres el niño más curioso y al momento eres un adulto muy amargado;
me gustan tus caricias, tu plática, tu retórica, tu manera de percibir al mundo, tu manera de abrazarme
y tu manera de besarme.
Me gustas porque me quieres y porque yo te quiero.
Me gustas porque eres mío. Sin más. Tan mío que te puedo encontrar entre billones de personas
Te quiero, Gerardo.
Me gustas por radical
aunque nunca tengas mi punto de vista.
Me gustas porque no eres de aquí,
eres de allá, donde viven las estrellas.
Me gustas por irreverente,
no escondes nada en las manos,
tampoco en los bolsillos, como debe ser.
Me gustas porque tus ojos son flechas,
Tus cejas el arco, y tus pestañas la Luna.
Me gustas porque estás loco
y porque quizá seas el último cuerdo.
Me gustas porque apareces una noche
y desapareces por siete, y está bien.
Me gustas porque eres único y puedo
distinguirte entre 26 millones de personas.
Me gustas porque sonríes
mostrando los dientes, sincero.
Me gustas porque eres diferente
y contrastas bien con el mundo.
Me gustas porque tu nombre: Gerardo
va bien junto al mío: Dulce María,
y entre los dos reunimos las cinco vocales.
Me gustas porque eres lo mejor
de un lunes, un miércoles y un viernes,
y un día puede ser la diferencia
entre ser o no ser, feliz.
[Por Antilógico, ligeramente modificado por aplicabilidad]