Pero esta gripa-sinusitis y la cama recetada han ayudado a "esclarecer" la situación. He tenido largos sueños, de los cuales me despierto sudorosa, ansiosa. Todo ello cumple una función.
Estoy sola, otra vez. He decidido, responsablemente, tomar un descanso en cuanto a noviazgos se refiere. Es muy cansado, de verdad lo es. Solo espero que de verdad, en esta ocasión sea fuerte, tal vez sea la soledad la que me orille a aceptar cualquier relación con tal de no sentirme tan mal, a la larga, este sin sabor se incrementa y hace que dañe a un tercero. Tengo ue ser fuerte para no dañar a nadie.
Dulce, a la que no le gustaba la soledad, sabiendo que es the other side of the moon.
Dulce, la que añorará siempre, tiempos mejores, deseando volver al pasado.
Dulce, la sentimentaloide. Dulce, la idiota.
Hoy padezco del síndrome del viajero eterno... la extraña sensación de no pertenecer a ningún sitio.
Una de las cosas que más me cuesta explicar a alguien que siempre ha vivido en el mismo lugar, es la sensación de no pertenecer a ningún sitio. Es una especie de ansiedad, de no estar a gusto, de que falta algo… Yo lo llamo “síndrome del viajero eterno”, porque una vez que picas ya no hay vuelta atrás, y me he cruzado con muy pocas personas que sepan a qué me refiero. Los expertos lo llaman “choque cultural reverso” (y tiene un cuadro de síntomas médicos que os ahorro).
En su forma más sencilla, sería algo tal que así: al irte de una ciudad, tu memoria de esa ciudad se fija en ese momento y permanece inalterada para siempre. En nuestro nuevo hogar, siempre echaremos de menos esa ciudad e incluso idealizamos ese recuerdo. La realización de que uno sufre el síndrome se produce al volver y es por eso que esta enfermedad es tan cruel; es entonces cuando nos damos cuenta que ese lugar idealizado en nuestra memoria ha seguido evolucionando sin nosotros y que ya no tenemos esa familiaridad que recordamos. El efecto es más fuerte cuanto más distintas sean las culturas entre sí y cuanto más tiempo haya pasado (por norma general).
Y así entras para siempre en una dinámica en la que nada es casa. Quieres vivir en una ciudad collage de recuerdos, experiencias y personas. Una mezcla de estilos, arquitecturas, gastronomías… Una ciudad mezcla de los recuerdos de todas las ciudades que has amado. Pero esa ciudad no existe.
Y el que no ha viajado más que de vacaciones no lo entiende. Y te dirá “No es para tanto”. Y para él (o ella) casa siempre será un lugar concreto. Generalmente se entiende que tienes que vivir en otro lugar al menos un año para notar los efectos.
Sucede que cuando cuando vuelvo, en realidad, estoy deseando irme de nuevo. Esto es algo que he sentido muchas veces, pero no había acabado de entender a qué se debía.
También explica que conocer otras culturas te cambia para siempre, y que a pesar de no encontrarte “en casa” en ningún sitio, es un sacrificio que se volvería a hacer dada la oportunidad.
Pierdes en familiaridad de tu ciudad, lo ganas en familiaridad internacional; te conviertes en un animal de aeropuertos, y los check-ins y los controles de seguridad se convierten en algo trivial. Te conviertes en una persona más observadora y te resulta más fácil coger los principios básicos de la cultura en la que te encuentras y adaptarte a ellos.
Al final, uno debe dejar de preguntarse si se sentirá en casa algún día (o mejor dicho, en algún sitio) e intentar averiguar qué nos hace falta para sentirnos en casa ahora, donde estemos en este preciso momento.
Y los que son un poco nómadas sabrá que al final hay esas pocas cosas, o esas pocas personas que serán “casa” para nosotros allá donde vayamos. Y algunos tendrán la suerte de que esas personas les acompañen y casa será cualquier lugar.
0 chicles pegados debajo de la mesa:
Publicar un comentario