dejé existir el silencio y obediente a los mandatos de mi esencia me dejo fluir.
Ya no te busco desesperada debajo de las piedras,
ni grito tu nombre en cada rincón para que el eco te atraviese.
Con el tiempo entendí que así como se esconde el sol,
necesitas tu propio atardecer y renacer un día cualquiera.
Sigo siendo admiradora de tu risa, amiga de tus momentos mas confusos,
sigo invadida de ternura, prendida en la brisa de tu música que cura.
Con el tiempo ¿Ya ves?, ahorro despedidas, me abrazo a los sueños
y dejo los recuerdos llenos de quizás, en el costado izquierdo de mi alma.
Disfruto el presente, incluso hoy cuando apareces sin previo aviso,
y te invito una vez más a acompañarme y me ofrezco acompañarte si es preciso.
[De: Lo que dice la Luna]
[Lo terrible del mar es morir de sed]
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