Me pusieron el cuerno.
Hace meses (poco menos de dos años).
No me sentía con la plena habilidad para escribir acerca de este suceso tan importante y esclarecedor, de no haber ocurrido en ese tiempo y en esa forma, quizá, aun seguiría en la relación con esa persona, ¡gracias al cielo, me puso el cuerno!
Al enterarme, algo muy dentro de mí, o toda yo, más bien, se rompió en pedacitos, muchos y susurrantes pedacitos, como un vidrio cuando se hace trizas, cuando se hace polvo. Así. Luego, sobre el polvo y las trizas en el piso, le pasaron una llama y el vidrio se derritió.
SE SIENTE ENDEMONIADAMENTE HORRIBLE.
Primero, sientes la cabeza caliente, a punto de estallar, los dedos entumidos, lo único que deseas es salir corriendo a toda la velocidad que tus pies permitan. La respiración de acelera, pues el oxígeno no llega del todo bien a tu atrofiado cerebro.
Sientes el pecho ardiendo, el estómago te da un vuelco, quieres vomitar, los ojos te punzan, e inicia... el torrente que termina en mar de lágrimas. Es de ese llanto que te corta la respiración y te hace sollozar, como si te estuvieras muriendo por dentro, de ese llanto que hace que te corran los mocos tal cual ríos afluentes de agua pura, y te los tragas (te das cuenta cuanto sientes el sabor salado en los labios y en tu lengua). Pero no te importa, porque tu mundo se derrumbó, se hizo añicos, el saborear mocos es lo que menos merece tu atención ahora, y tú... tú sientes que no vales nada.
Te sientes pobre, te achicas, porque la persona en la que más confiabas, en la que depositaste toda tu confianza, tu vida entera, tus planes futuros, tu mar, tu esencia, tu espíritu... esa persona te estuvo apuñalando por la espalda durante un largo tiempo.
Te sientes una piltrafa, una cucaracha, una basura. Te quieres morir... o terminar de morirte.
¿Por qué, Dios, si es que existes, por qué permites que las personas podamos sufrir toda esta clase de sentimientos? ¿Por qué torturar de esta manera a tus hijos? Dios es un ser sádico, que se regocija cuando sus creaciones son masacradas de esta y diversas maneras.
Sin embargo, toda esta maraña de emociones te hacen sentir más vivo que nunca. Destrozado, derrumbado, podrido, pero vivo... aguantando lo que tenga que pasar, tus momentos solo, aguántandote a ti mismo, dándole vueltas al asunto una y mil veces hasta que te mareas, te recuperas, y vuelves a azotarte en tu palacio mental.
Te encanta martirizarte, recordar, vives en el pasado, te gusta, porque te conviertes en sádico, justo a imagen y semejanza del supuesto creador.
Te autoproclamas el culpable de todas tus desgracias y desdichas, y también el haber orillado a tu pareja sentimental a hacer todo lo que hizo, piensas que tú lo obligaste a que te dañara, y quizás es cierto. Fallamos, las personas somos máquinas diseñadas para fallar.
Logras conciliar el sueño y tus ojos amanecen pegajosos de tanta lágrima derramada. La mañana hace que llores nuevamente, y te sientas la peor escoria en el universo entero.
¿Por qué no simplemente dejar de existir... y ya?
No, tienes que aguantar, lo que venga.
Mi corazón y mi mente se alinearon y decidí concertar una cita con la persona con quien mi ex pareja me puso el cuerno, en un arranque de sinceridad y un armamento completo de valor, hablamos largo y tendido, pedí razones, pedí explicaciones, aunque no las necesitara, fue mi intento de buscar paz, de reivindicar mi moral ya pisoteada, fue mi intento de querer sentirme un poco mejor. Ah, sí, ella era mi amiga.
A él lo veo y ya no siento rencor. A ella la veo y no me inspira ni la más mínima sed de venganza. No como antes, antes mis deseos de sacarles los ojos con los dientes, arrancarles todos los pelos, cortarles la lengua con una navaja suiza, y cocinar su corazón a fuego lento eran muy latentes. Ya no, ¿los perdoné? no sé, no me interesa saberlo.
El dolor pasa, siempre pasa. Tarda, pero siempre pasa, después, solo quedan las ganas de escribir todo lo que aquella ocasión te tocó sentir, ya sin sentir tristeza, ni arrepentimientos ni congoja.
Escribir esta entrada con la más neutralidad y calma posible no fue difícil.