¡V A C A C I O N E S D E S E M A N A S A N T A!
No soy religiosa, nada religiosa, pero siempre son bienvenidos los días de asueto que gracias a la religión gozo y disfruto.
Esta ocasión se tratan de las vacaciones de semana santa, o pascua, según sea la terminología que consideres adecuada.
Aprovecharé el tiempo para ponerme al corriente en todo lo que he postergado por ver y por hacer: leer, ver películas, series, etcétera.
Cosmos, la serie de capítulos de divulgación científica acerca del universo y la cosmología, presentada por el grandioso Carl Sagan, es lo que encabeza la lista. No es que no los haya visto, es solo que me encanta.
No puedo hablar de jugar videojuegos, porque tengo años sin ser dueña de una consola.
Sin embargo, estos días me traen muchos recuerdos.
Tuve una consola Play Station, la primera que salió al mercado, de la compañía Sony. Con ella desarrollé cierta habilidad gamer (que por desacostumbrarme, la perdí). Mis tardes eran gloriosas al estar frente a la pantalla jugando Spyro: the dragon, Rugrats, Bust a move, Bust a Groove... pero el motivo de recordar mi niñez gamer con tanto fervor es nada más y nada menos que el juego de vampiros por excelencia: Castlevania: Symphony of the Night.
¿Qué te puedo decir de este juego que no sepas ya? Se enlista entre los 100 mejores juegos de la historia. Alucard. Drácula. María y un juego lleno de secretos y glitches que puedes usar para tu beneficio.
En mi familia sí son muy religiosos, tanto que en varias ocasiones, me he sentido discriminada, feo. La cuestión es, que mis tardes gloriosas de juego desenfrenado se vieron interrumpidas por una de mis hermanas. Decidió que, por ser días santos, yo no debería jugar ese juego de demonios y vampiros.
Yo tenía 9 o 10 años, y no me quedaba de otra más que hacerle caso, o las consecuencias serían que no volvería a ver ese disco de nuevo... anteriormente, yo, jugando Spyro, le dio un ataque de histeria, sacó el disco de la consola y lo partió en dos, así que ni loca me iba a arriesgar a que le pasara lo mismo a mi querido Castlevania (versión Greatest Hits, por cierto).
Mis tardes se volvieron escatológicas sin ese sagrado (para mí) entretenimiento. Imagínate que odié, con odio jarocho, a mi hermana. Odié, en tiempo pasado.
Lo curioso, y realmente irónico, fue que... presté ese juego. LO PRESTÉ, CHINGADO. Y JAMÁS TUVE LA DICHA DE VOLVERLO A VER EN MIS MANOS.
Adiós, Castlevania... dije en aquel momento.
Luego llegó el PSP, y fui feliz de nuevo...
No soy gamer, cabe destacar, pero puedo decir que este juego marcó mi infancia. Si quieres darme una buena dósis de flashbacks, esta es la opción correcta.
No soy religiosa, nada religiosa, pero siempre son bienvenidos los días de asueto que gracias a la religión gozo y disfruto.
Esta ocasión se tratan de las vacaciones de semana santa, o pascua, según sea la terminología que consideres adecuada.
Aprovecharé el tiempo para ponerme al corriente en todo lo que he postergado por ver y por hacer: leer, ver películas, series, etcétera.
Cosmos, la serie de capítulos de divulgación científica acerca del universo y la cosmología, presentada por el grandioso Carl Sagan, es lo que encabeza la lista. No es que no los haya visto, es solo que me encanta.
No puedo hablar de jugar videojuegos, porque tengo años sin ser dueña de una consola.
Sin embargo, estos días me traen muchos recuerdos.
Tuve una consola Play Station, la primera que salió al mercado, de la compañía Sony. Con ella desarrollé cierta habilidad gamer (que por desacostumbrarme, la perdí). Mis tardes eran gloriosas al estar frente a la pantalla jugando Spyro: the dragon, Rugrats, Bust a move, Bust a Groove... pero el motivo de recordar mi niñez gamer con tanto fervor es nada más y nada menos que el juego de vampiros por excelencia: Castlevania: Symphony of the Night.
¿Qué te puedo decir de este juego que no sepas ya? Se enlista entre los 100 mejores juegos de la historia. Alucard. Drácula. María y un juego lleno de secretos y glitches que puedes usar para tu beneficio.
En mi familia sí son muy religiosos, tanto que en varias ocasiones, me he sentido discriminada, feo. La cuestión es, que mis tardes gloriosas de juego desenfrenado se vieron interrumpidas por una de mis hermanas. Decidió que, por ser días santos, yo no debería jugar ese juego de demonios y vampiros.
Yo tenía 9 o 10 años, y no me quedaba de otra más que hacerle caso, o las consecuencias serían que no volvería a ver ese disco de nuevo... anteriormente, yo, jugando Spyro, le dio un ataque de histeria, sacó el disco de la consola y lo partió en dos, así que ni loca me iba a arriesgar a que le pasara lo mismo a mi querido Castlevania (versión Greatest Hits, por cierto).
Mis tardes se volvieron escatológicas sin ese sagrado (para mí) entretenimiento. Imagínate que odié, con odio jarocho, a mi hermana. Odié, en tiempo pasado.
Lo curioso, y realmente irónico, fue que... presté ese juego. LO PRESTÉ, CHINGADO. Y JAMÁS TUVE LA DICHA DE VOLVERLO A VER EN MIS MANOS.
Adiós, Castlevania... dije en aquel momento.
Luego llegó el PSP, y fui feliz de nuevo...
No soy gamer, cabe destacar, pero puedo decir que este juego marcó mi infancia. Si quieres darme una buena dósis de flashbacks, esta es la opción correcta.
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