Desde pequeña me encanta visitar la playa; no desisto de ninguna invitación.
El Mar me atrae, su inmensidad me atrapa, su oleaje me relaja, su olor me tranquiliza.
Creo que no existe otro lugar en el que yo esté tan tranquila y feliz como en el Mar.
Podría considerarlo una especie de hábitat natural en el que mis pensamientos se desbordan, y él, cálido, los recoge.
Al sentir las caricias de la brisa, tenues y suaves para mí, mi alma se entrega por completo a la profundidad de las aguas oceánicas, volviendo a nacer.
Amo el mar. Y él me hace sentir amada.
0 chicles pegados debajo de la mesa:
Publicar un comentario