Siempre comienzo mis días de la mejor manera posible: bebiendo mi infalible taza de café. No es cualquier taza, es de las tazas grandes que casi casi son equivalentes a dos tazas de las normales.
En entradas anteriores he hecho saber mi afición por esta suculenta bebida, o tal vez sea que soy adicta, no sé, sólo sé que me hace sentir muy bien.
En la página de GranAngular me encontré con estas singulares fotografías, deliciosos capuchinos con verdaderas obras de arte dibujadas en su espuma.
Se me hizo agua la boca. ¡Quiero un capuchino!
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