"Nos dirigimos a conocer pueblos", decía mi maestra de pintura, que si bien ya no es mi maestra, fue así como la conocí en la preparatoria; actualmente somos buenas amigas y compañeras de viaje.
Esta ocasión, cogimos rumbo a San Pedro, adquirimos comida y después nos encontramos camino a San Miguel de Horcasitas. Viramos por la ruta que lleva a Pesqueira, para conocer las ruinas de lo que fue la Fábrica de Los Ángeles y la Hacienda Codorachi.
Detrás de la antigua ex-fábrica, se encuentra un pequeño riachuelo, según, considero que se trata del Río San Miguel, o bien, lo que queda de él. Es un arroyo hermoso, empedrado y rodeado por grandes y frondosos árboles verdes, quienes proporcionan una fresca sombra. Lo malo, aparte de que el agua estaba muy fría, había mucha basura, dentro y fuera de él, hasta zapatos y tenis: un gran desperdicio de belleza natural.
Regresamos a Hermosillo pasadas las 8 de la noche, exhaustas, pero muy felices, porque cabe destacar que no sólo miramos y comimos, sino que hasta montañismo de altura realizamos, jajá, pero esa es otra historia.
(Realmente exagero)
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