Anothe stupidity

Ella le dijo: “Te extrañé”. Y él la fulminó con la mirada. O lo que todos suponemos que pudo ser una mirada. También fue ella (¡claro!) la que recordó cuando él la llamaba “nena”: “Chau, nena”, “Hola, nena”. Desde chica prefirió siempre las despedidas: le parecían sensuales. Y ni que hablar de la presencia de ese “nena” tan vulgar y sofisticado. Y su atractiva voz masculina. La voz más lógica del planeta. Ella decía “lógica” y lloraba de risa. Era experta en reírse de las cualidades del otro. Pero sabía bien lo que quería. A fin de cuentas, ¿quién no necesita un poco de cosmos en este caos grandilocuente?









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