Yo quiero ser pendeja

He llegado a la conclusión que para vivir feliz debe uno, forzosamente, ¡ser pendejo!  Si yo fuera pendeja… o sea, realmente pendeja, porque todos tenemos algo de pendejo y eso me lo he demostrado a mí misma en el pasado, no me daría cuenta de cuándo alguien sólo me busca para utilizarme y aplastarme cual hormiga, simplemente creería que esa persona está ahí porque me ama, y sería yo feliz… siendo pendeja me equivocaría siempre con la gente… eso me gustaría… equivocarme siempre.
¡Pero no!  No me equivoco nunca cuando se trata de primeras impresiones y posteriores conclusiones sobre las personas.  Siempre, mi primera impresión es la real, lo he comprobado una y otra vez, y nunca me equivoco, desafortunadamente.
Es como vivir un estilo de déjà vu emocional constantemente. No es un sentimiento de haber vivido la experiencia, no, es el corroborar mis emociones al terminar diciendo… ‘ya sabía yo!’…
Si yo fuera pendeja, realmente pendeja, navegaría por la vida con mi banderita de pendeja creyendo que todos los seres humanos son buenos… ¡qué diera yo por ser pendeja!  Nadie quiere nunca hacerle daño a un pendejo, es pendejo, por ende, ¡ni la pena vale!  Un pendejo no cree tener opiniones propias. ¡Un pendejo no tiene vida!  Y un pendejo siempre está sonriendo ¡a pesar de ser pendejo!

Los pendejos creen que todo sucede por alguna razón distante a sus decisiones… yo quiero ser lo suficientemente pendeja como para ignorar que todo sucede porque así lo decidí yo… ¡Yo quiero ser pendeja!
Si tan sólo alguien me comprobara que mi cinismo ante los seres humanos es erróneo… pero claro, sólo un pendejo podría creerlo, y yo, pues, ¡yo quiero ser PENDEJA!



Obtenido de aquí.

La fórmula del éxito

Ella era una chica de lo más corriente y él un tipo tan común que te atragantarías si, al estar comiendo, alguien te dijera que ha hecho algo extraordinario.

El caso es que no las tenían todas consigo, y estaban destinados a ser nadie si no se hubiesen conocido.

Dieron el uno con el otro a causa de la insólita combinación de sus respectivas torpezas: Ella se torció un tobillo cuando uno de sus tacones quedó atorado en una grieta de la acera y él, que iba buscando su cartera en todos los bolsillos de su indumentaria, no la vio y cayó de bruces al tropezar con ella.

Y ahí se miraron por primera vez: Ella tirando desesperada del zapato (que terminaría sin tacón) y él recordando de pronto que había dejado la cartera en casa. Dos torpes, dos seres destinados a fallar pero afortunados en haberse topado aunque fuese de aquella forma accidentada y ridícula.

Unos minutos después, ella caminaba coja con el tacón en la mano y él, que no tenía un centavo para el taxi, no se atrevió a pedir dinero y anduvo un rato detrás de ella (sus caminos coincidían) hasta que se atrevió a hablarle.


Bromeó sobre el incidente y ella, malhumorada, respondió que el asunto no tenía ninguna gracia. Él, un poco humillado por la rudeza de aquella respuesta, bajó la cabeza y dijo que sí, que ella tenía razón, que si él hubiese sido más cuidadoso no habría tropezado con ella.

La chica se apenó un poco por su brusquedad y reconoció que era un tipo dócil, como un cachorrito. Eso la conmovió y esbozó una sonrisa, pero sin atreverse a pedir disculpas. Él lo notó y pensó que si tuviese a su lado siempre a una persona que no mintiera, podría ser mejor en lo que se propusiera. Al mismo tiempo, la mujer se sorprendió pensando que si tuviese la certeza absoluta de que alguien (aunque fuese él) sería siempre amable y comprensivo con ella, podría ser feliz.

Caminaron más o menos juntos un tramo (a veces ella se adelantaba a propósito y, otras, él se retrasaba para no incomodarla) hasta que, al fin, ella hizo alto frente a la banca de un parque y dijo que no podía más, que tenía que descansar. Dijo aquello en voz alta como para que él la oyese y el tiempo se detuvo. Él quedó perplejo mirando el tacón roto en la mano de la chica y ella evaluando el gastado aspecto del traje que vestía su perseguidor.

Pasó una eternidad, pero en realidad fueron un par de segundos.

Se dejó caer en la banca y él, temblándole la voz, preguntó si le molestaría que la acompañase unos minutos… también estaba cansado y…

Se dijeron sus nombres e intercambiaron formalidades. Él descubrió que la franqueza de ella era imbatible y ella supo que ese chico torpe y desmañado era infatigablemente amable y cálido.

Cuando se levantaron de aquella banca, un par de horas después, fue porque comenzó a lloviznar pero también porque tenían prisa por iniciar toda una vida juntos.




"Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo."
(Einstein)




Me has enseñado tantas cosas, especialmente a respetarte y a perdonar. Contigo, unas cuantas horas son 100 días en el paraíso.

Eres lo que la gente promete cuando se quiere. Eres lo más importante para mí.

Gracias por estar aquí. Me faltan palabras para decir qué es lo que siento ahora mismo. No sé qué haría sin ti.
Te amo. Mucho.



Calma o todo lo contrario

Cada vez que abro la boca, se percibe un aire de desaprobación por quienes me rodean.
Cada vez que escribo, también.

La gente es muy complicada, insisto, se molestan porque gente hipócrita hablan a las espaldas de otras, pero también se molestan cuando el asunto es de frente, se ofenden, y no ven más allá de sus narices, no ven que la relación no tiene por qué quebrarse, no ven que solo son palabras que juzgan unos actos y otros, no.

Como he escrito, suelo escribo lo que pienso, también suelo decir lo que pienso. Soy pobre de cobardía, pero no de palabras. ¿Cuál es el problema? Que la gente miente y le gusta que le mientan, les gusta sentir su gran cara de pendeja siempre.


Las relaciones son tan frágiles, tanto como un fino hilo de vidrio, que al menor roce, se quiebra.

Estoy destinada a errar, de errante y erróneo, a ser malentendida, a cagarla cuando hablo o escribo; destinada a no tener amigos.



Otra relación que valió verga. 0 y van 4 en el año.


Siempre me han parecido demasiado interesante las jugarretas que hace ese ente atemporal que conocemos por "destino".

Hay personas que se van de tu mente, de tu corazón, otras que permanecen en la proa, y otras, que se las ha llevado el mar.
Es impresionante que hechos tan simples, como el darse cuenta que una puerta se cierra en Manhattan, otra puerta se abre en la Cd. de México, pueden causar grandes cambios, estragos o bienaventuranzas.

Amigos que se van o que al final no resultaron serlo del todo, amores que se ahogan en el mar, alumnos y maestros que pasan y pueden o no dejar algo sembrado.

Gente que está esperando oír que hablan mal de ellas a sus espaldas y que se molestan cuando escuchan de propia voz ese mismo mensaje...

¡Qué complicada es la gente!

Lo mejor está siempre por venir, reza un dicho, pero yo ya tengo lo mejor, me quedo con las personas que quiero y que me quieren, y dejo ir o dejo atrás, en el primer escalón, a los que no.

Así es esto, ¿no?

Poder decir adiós es crecer. Cerati

Con esta entrada, inauguro una nueva etiqueta con el nombre de "Desde el baño"... donde etiquetaré aquellas palabras que vengan a mi mente... desde el baño, literalmente.


Sueños de otra vida

Claro y ¿Por qué no? Me encantaría ser una super espía que cautive a los hombres con un movimiento de caderas y obtener lo que quiero, sin más ni menos.


Quién sabe cómo hayan sido los tiempos de Mata Hari, o qué la orilló a ser eso, pero a mí me encantaría... <3

He corrido más rápido de lo que he corrido antes. Y eso que he corrido toda la vida entera. Pero es tiempo, debo detenerme.

Estoy a punto de dejarte ir, para siempre, porque me hieres, lo que me pone mal y sería de idiotas seguir haciéndonos daño.
A punto de desanclarme, desclavarme, despedirme, pero hay algo que aún me detiene, algo debajo del mar.

¿Qué es lo mejor? ¿Permanecer a quien amo y de quien desconfío tanto? ¿O asumir el riesgo y dar una última oportunidad?

Ruido




El fin del mundo es esto.

Más de cien mentiras

La mentira tiene la función de fabricar personas y mundos falsos que hasta el que los inventa se los cree.

Una vez que se ha instalado el hábito de mentir es muy difícil salir de él; porque la confianza de los otros se pierde diciendo una sola mentira y para recuperarla pueden pasar muchos años.
Además, 
el que miente se está mintiendo a si mismo convirtiéndose en alguien irreal que no existe.


Hay muchas formas de mentir. Están las mentiras piadosas que son para no herir susceptibilidades, aunque siempre es mejor pecar por omisión antes de caer en una mentira.
También hay mentiras colectivas, como las noticias de los diarios, las revistas, la radio o la televisión que la mayoría de las veces responden a intereses espurios.
Hay mentiras familiares, que son las que sostienen a algunas familias, que aunque mientan todos por lo general igualmente se desmoronan.
Leemos mentiras históricas en muchos libros porque lamentablemente nadie puede ser objetivo contando un hecho del pasado con absoluta fidelidad, porque no puede evitar agregarle datos de su propia experiencia o ideología.
Y por supuesto hay muchas mentiras políticas que todos hemos podido comprobar después de las elecciones.
En realidad, vivimos en una sociedad mentirosa donde todos nos manejamos con tacto, que en última instancia significa mentir.


Siempre se puede cambiar este modo de ser, comenzando por emprender la maravillosa aventura de ser sincero y aprender a valorarse.El mentiroso cree muy en el fondo que es despreciable y desde esa baja autoestima surgen las mentiras; que en definitiva son inútiles porque la verdad siempre se filtra por algún lado.


El que miente es como un barco que hace agua hasta que se hunde irremediablemente en lo más profundo, a veces perdiendo lo que más quiere.
El que quiere cambiar puede hacerlo sea quien sea, lo importante es querer hacerlo, porque querer cambiar es ya haber cambiado.

Porque somos los dueños de nosotros mismos y estamos condenados a elegir todo en esta vida y es probable que también en la muerte, en que como algunos suponen, tendremos que elegir el destino del alma.





Tomado de aquí.




Todos mienten... pero no quiero que me mientas tú. Tú nunca. Por favor.


De la noche a la mañana, los sentimientos no cambian, pero dormir ayuda a olvidar, en cierta parte.
Sin embargo, despertamos a las emociones, SENTIMOS.

Quisiera que pasaran muchas noches para cambiar mis sentimientos, pero no me atrevo. Tengo miedo.

No soy hipócrita, peco de sincera.
Odio las mentiras, y me decepciono cuando me entero de una, especialmente, si proviene de la persona que amo y de quien, por ende, desconfío... tanto.

No quiero estar así. Ya quiero que termine todo esto.

¿Es el amor difícil? o ¿Yo lo hago difícil?


...


Como las Matemáticas... el amor no se hizo para mí. Quizá, porque llegué tarde a la repartición de comprensión y tolerancia.



Despierto. Siento.



Siento. Despierto.