mirando al Cielo

Ya se llenan con mucha facilidad, como si fuera un lago, donde finalizan un montón de riachuelos.

Aquí viene una nueva crisis.
¿Para qué? ¿De qué?

Esta es una de mis noches cualquiera, cuando me desespero, cuando me hago vulnerable, cuando me sensibilizo (de más), cuando descubro que estoy sola y que nada ni nadie me sacará de aquí; descuido a mis demonios y dejo que sean libres por un rato, para luego batallar y encerrarlos de nuevo.
Estoy sola, irremediablemente sola.
Maldito sentimiento, cada vez se vuelve más latente. Ni amigos, ni compañeros, ni pareja... sola.

Qué triste vivir rodeada de personas y no sentir siquiera una presencia amiga.
Qué triste es Ser YO. Qué triste es jactarme que "mi vida es emocionante" y tratar de convencerme de ello, qué triste es tener que mentirme a mí misma, qué triste es creerme mis propias mentiras... qué triste es caer.

Extraño viejos tiempos donde tenía muchos amigos. Hoy queda solo un retrato en sepia de aquella etapa, donde confiaba en las personas, donde creía en ellas.

Sé que aprendo a diario de y con mi soledad, pero aprender no es siempre amable. Me está resultando un proceso muy doloroso, el más doloroso, incluso.
Debo admitir que no me gusta mi compañía, necesito de alguien que me haga vibrar, reír, llorar, pensar, crecer, hacer que me esfuerce más, y especialmente, que le guste mi compañía.
Te necesito.

Pido imposibles, lo sé, pero ¿es que acaso no puedo desearlo? Si Tomás Moro idealizó una utopía, ¿por qué yo no?



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