Recuento de los daños

Dejar atrás un año es algo nostálgico. Cada quien se pone a analizar los actos que se llevaron a cabo durante todo el año 2008, y descubre que en realidad no hicieron mucho... se ponen (o ponemos) existenciales. Entonces, como consecuencia, nos proponemos hacer algo más o mejor para el año que viene, pero como siempre, se quedan en sólo éso: 'propósitos'.

Este año fue muy fructuoso, al menos para mí. De hecho, me atreveré a decir que ha sido el mejor de mi vida.

Fue un año muy difícil a nivel mundial, recuerden la problemática del cambio climática, de la caída del dólar, y las consecuentes crisis económicas. Además, para México también fue otro año difícil, contando la ola de violencia desencadenada, sobre todo acá, en el norte. Pero bueno, no hay que ver el lado malo de las cosas todo el tiempo; también tuvo sus cosillas buenas.
Perdí amistades, pero gané otras más importante. También he ganado mucha más experiencia, en éste año he descubierto mi real vocación: la docencia. Durante la mitad del año 2008 me sentí llena, feliz, plena (pleine, jojo)... es algo extraño de describir, siento que mi vida está resuelta, no como antes, yo decía muy frecuentemente: "tengo mis rachas de existencialismo" y éso era precisamente debido a que no sabía qué demonios hacer con mi vida. Ahora, lo sé, y estoy feliz por mí.
Recuerdo, también, que en el año anterior, una persona me preguntó: ¿Eres feliz? yo le respondí que sí, y ésa es la verdad, no chingaderas.
Analizando, me di cuenta que no hay que hacerle caso a aseveraciones hechas por personas con quien no tengas una íntima relación; bien dice un dicho: "toma las cosas de quien vengan", o "¿Cómo puede encontrarse razonable que un pintor mediocre dé consejos a uno bueno? (del libro "El túnel", de Ernesto Sábato).
Después de éste verbo, puedo decir que soy feliz, y lo redescubrí en el año 2008.